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Escritos y cuentos

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Mensaje  W0lf Dom Mayo 18, 2008 11:18 pm

Abro este hilo para que los escritores del club pongamos nuestras obras ^^




Empiezo yo:


el bosque

Noche cerrada...

Ya habian pasado unas horas desde que se habia perdido en aquel bosque, su madre la habia dicho centenares de veces que no tomase el camino del robledal para ir a casa, ella no la hacia caso, conocia ese bosque como la palma de su mano, iba con su padre desde que tenia cuatro años a recoger setas y a observar los pajaros de alegres colores durante horas...

Hacia ya tres años que su padre habia muerto, lo encontraron en el rio, cinco kilometros más allá, con el cuerpo lleno de sanguijuelas, desde entonces, ella habia seguido recorriendo el bosque, para escuchar los sonidos de la naturaleza, para relajarse, pensar en sus cosas...

Recordó tambien que alli tuvo una esperiencia sexual con aquel chico, ¿Como se llamaba? Alfred, aquel joven guapo, con aquellos ojos negros que le atraian de forma incontenible, alli la habia arrebatado su virginidad y le pareció lo más bello del mundo, luego, tres meses despues el chico la dejó y no volvió a saber más de él, pero aquel acto le seguia pareciendo lo más bonito, ella le habia entregado con todo su corazón.

¿Pero que era lo que le habia pasado? Siempre tomaba aquel atajo para llegar a su casa, si tenia que seguir por la carretera principal tardaba más de dos horas, cortando por el robledal tardaba apenas una...

- Trata de recordar- Se dijo a si misma- ¿Que es lo que ha pasado? Te has quedado embobada, pensando en las cosas del trabajo, luego, te has dado cuenta de que los pajaros no cantaban, y despues... ¿Despues qué?...

Recordaba que habia apretado el paso, cada vez mas nerviosa, un temor le oprimia el corazón, miraba cada momento por encima del hombro y, tras pasar más rato del que podia recordar, se empezó a dar cuenta de que estaba perdida...

Habia dado media vuelta intentando desandar el camino, pero no reconocia nada de aquella parte del bosque, pero... ¿Como podia ser? en sus veintiun años de vida, nunca se habia perdido, nunca...

Cuando la luna asomó sobre las ramas de los arboles, se habia dado completamente por vencida, se resignó a pasar alli la noche, supuso que su madre habria llamado a la policia y que pronto comenzarian la busqueda, seria mejor para ella quedarse donde estaba que caminar sin rumbo fijo...

Encendió otro cigarrillo y se dio cuenta, apesadumbrada que no le quedaba más tabaco- ¡Genial!- Pensó - Hambrienta, sin tabaco y perdida en este maldito bosque...

Las sombras de los arboles le comenzaron a parecer cosas que la acechaban, le pareció ver como si un demonio la mirara invitandola a acercarse, le vio por un momento la sonrisa en unos labios petrificados, con expresion de pura lujuria, aquellas cuencas vacias la hacian temblar.

Miró hacia otro lado y vio cuerpos degollados, las ramas de los arboles, garras que la querian agarrar para atraerlas a la mas profunda oscuridad, un tormento interminable...

Decidió que le iria bien moverse un poco, estirar las piernas y quitarse aquella idea de la cabeza, intentó pensar en cosas cotidianas, el trabajo, la ducha... ¡Dios que bien le iria una ducha tibia! se sonrió, ya podia pedir estar en su casa, que ambas cosas eran incalcanzables para ella...

Vió a su derecha el camino, a apenas cien metros vislumbró las luces de un coche que pasaba por la nacional, el zumbido del motor, le llegó a sus oidos un instante después, suspiró con alivio, si se daba prisa aún podia tomar el autobus de las doce y media y en poco tiempo se encontraria en su casa y podria abrazar a su madre...

Sin saber por qué, se acordó de su padre, hacia unos años, cuando aún era una niña, le habia ayudado a pintar el granero, ella le preparaba la pintura mientras él arreglaba las tejas, su memoria viajó un par de meses más adelante y se escuchó reir, mientras oía la voz de su padre alegre que le decia que siguiese asi, que lo estaba haciendo muy bien, que no parase, la bicicleta iba más o menos recta mientras la niña, con una inmensa expresion de alegria iba encima de ella...

Aun escuchaba la alegre risa en su mente, como si fuese una espectadora más...
No, se dió cuenta de que aquella no era su risa, era un sonido que procedia del propio bosque, un poco hacia la izquierda de donde ella se hallaba, miró hacia allí y le pareció ver, a la luz de la luna a una niña, con un vestido blanco inmaculado que corria entre los arboles, con su pelo negro moviendose al compas de sus saltos...

La miro directamente, y le dedicó una sonrisa, una sorisa gelida, que le pareció un rictus de muerte:

- Ven a jugar conmigo...- La niña le guiñó un ojo y se quedó esperando para ver su reacción, un escalofrío le recorrió la espalda- Ven, te enseñaré el secreto del bosque...

Iba a hecharse a correr, en busca de la carretera, pararia a algún coche y le pediria que le llevase a su casa, que le pagaria la gasolina, pero en cuanto buscó el camino, se dió cuenta de que no estaba...

- ¿Qué demonios es esto?- Imposible, no podia creerselo, no queria creerlo, hacia un momento estaba siguiendo el camino, tenia la carretera a apenas sesenta o setenta metros y ahora, ahora no habia camino, no veia ninguna luz que le indicase el paso de un coche...

-Relajate- Se dijo- Te habras desviado unos pasos mientras mirabas a aquella niña... ¡No! no se habia movido del camino... ¿Entonces? ¿Qué demonios significaba eso?
Aquellos arboles no estaban hacia veinte segundos y ahora le cerraban el paso

Comenzó a correr siempre buscando la carretera, el aire se volvia cada vez más pesado, más sofocante, le costaba respirarlo, se sentia como si corriese sobre un monton de melaza, se raspaba los tejanos y la blusa rosa con las ramas y las rocas, las piernas le pesaban cada vez más, cada paso era una punzada de dolor que le recorria toda la espina dorsal hasta que al final no pudo más y tuvo que sentarse a descansar, necesitaba tomar aire y pensar en todo lo que le estaba pasando, estaba perdiendo los nervios, y con ellos, la cordura buscó un cigarrillo, se acordó de que el último se lo habia fumado hacia ¿Cuanto? una hora... dos... una semana, el tiempo comenzaba a transcurrir de una manera muy extraña, se sentia como si no viese el Sol hacia una vida, necesitaba una señal para no volverse loca...

Escuchó pasos detras suyo y una voz familiar, pero al mismo tiempo como si hiciese años que no deberia salir de aquella garganta le dijo:

- Sige asi, lo estas haciendo muy bien hija mia, pronto encontraras lo que necesitas, veras qe el bosque te necesita, igual que tu has necesitado al bosque...

Miró en la direccion en la que provenia la voz, y vió a su padre... O lo que habia sido su padre en otro tiempo, ahora era un cadaver medio descompuesto, de la mandibula le colgaban jirones de piel reseca y un limo verde le corria desde donde habia estado su ojo derecho, algunas sanguijuelas todavia le colgaban de la garganta y su pecho, descarnado hacia años que habia dejado de moverse, tenía el pelo enmarañado, humedo y con restos de hojas mojadas, tosió y un chorro de agua putrefacta salió desde su boca desencajada en un rictus de dolor.

- Ven aqui hija mia, dejame ver lo que te hizo aquel muchacho... disfrutaste como una perra eh, ¡VEN AQUI!

Ella corrió con lagrimas en sus ojos, no le quedaba un rastro de cordura, sólo corria como un becerro perseguido por lobos, la mandibula desencajada, gritando sin emitir sonido alguno, perseguida por ese cadaver, escuchando el crujir de aquellos tendones resecos, y una risa ahogada por litros de agua estancada en unos pulmones encharcados, oliendo su pestilencia, ya no pensaba en su hogar, ni en ella como ser, sintió la necesidad de rendirse, de dejarse atrapar, de dejar que aquella cosa, su padre, la llevase con él a los infiernos...

De repente se encontró en un claro, la tremula luz de la luna lo iluminaba, sin mas sombras, ella continuó corriendo presa del horror, de pronto, tropezó con una rama que hacia un momento no estaba alli y un estallido de dolor de recorrió las piernas y la muñeca derecha cuando se las rompió...

Sin embargo, aquella agonia le habia devuelto algo de su ser, vió un objeto que brillaba palido más adelante y contempló con horror que era una muñeca de porcelana, una muñeca que tuvo hace tantos años... Una muñeca que siempre le habia inspirado miedo, se deshiozo de ella cuando ya no aguantaba más contemplar su sombra en su habitacion y ahora estaba alli, sonriendole con esos labios de color carmin pintados con tanta delicadeza, ¿Le habia giñado un ojo? estaba segura de que si

se arrastró como pudo tras una roca y se recostó contra ella, no podia aguantar más, se sentia cada vez mas débil y ante sus ojos vió como todo el bosque se cerraba sobre ella, el claro que habia atravesado hacia un momento ahora ya no existia, el bosque se cernia encima suyo, listo para apoderarse de ella, vió a la niña transportando su muñeca en brazos y sin embargo cuando la habló fué la horrible voz de su padre y sus ojos, eran las cuencas vacias de aquel demonio que habia visto...

- Por fin tu necesidad se vera recompensada, el bosque quiere devolverte todo lo que le has dado, tu padre habia escuchado la llamada y finalmente acudió, no sin antes haberte hecho sentir a ti esa misma señal, te sentias atraida por el bosque, le diste tu esencia, si hija mia, no se la diste a alfred, me la diste a mi, se la diste al bosque y ahora el bosque te acojerá en su seno, para que seas siempre nuestra, para que ya no tengas que volver a vivir tu vida monotona, sin tener que preocuparte más por tu trabajo, sin ilusiones ni dolores, sin penas, sin causas, seras un todo con el bosque y lo alimentaras con tu panico y cuando lo hayas saciado, seras una más entre todos los espiritus que aqui habitamos... ¿Tienes miedo? por supuesto querida... A él no le gusta de otra manera...



Tres dias despues encontraron el cadaver de la joven desmembrado, pareciá que tenia cientos de desgarros en su cuerpo y los ojos habian rebentado:

- Parece que se los arrancó ella el analisis indica un alto grado de adrenalina, a muerto de miedo, no quiero imaginarme sus ultimas horas de vida... esta noche habra que volver para retirar el resto de pruebas...- El forense encendió su cigarro, le pareció ver a una mujer con tejanos y una blusa roja internandose en el bosque...
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Mensaje  Swordmaster Dom Mayo 18, 2008 11:30 pm

Siguiendo en el tema que ha empezado Wolf, aquí os paso el primer relato que escribí, a ver que os parece....


Una fría lluvia caía al otro extremo de la ventana y empañaba los cristales del castillo de los Condes Von Drak a la vez que los rayos y los truenos se enseñoreaban de los cielos en aquella oscura noche de abril. Tumbada en su cama, Hellen, la hermosa hija del conde bebía una copa de vino rojo a la vez que se desperezaba sobre su lecho. Iba vestida con un fino camisón de lino blanco que dejaba ver su voluptuosa figura, ansia y pesadilla de todos los príncipes nobles de la región.

Criada como una reina desde el mismo instante en que nació, Hellen Von Drak siempre había conseguido todo lo que había deseado, ya fuera por su complaciente padre, que nunca le negaba lo que ella quería, por la fuerza de las armas de sus soldados, o por su profundo encanto y belleza, que siempre turbaban a los hombres hasta el punto de que harían cosas insospechadas por ella, aunque hasta entonces la bella hija del conde nunca se había librado a ninguno de ellos.

Sin embargo, aquella noche la joven condesa no se sentía tranquila. El costoso vino de Bretonia que paladeaban sus carnosos labios no tenía ningún sabor, las joyas y los lujos que la rodeaban carecían de brillo y valor, y ninguno de los innumerables vestidos que su padre y sus numerosos pretendientes le habían regalado la deslumbraba en modo alguno. Por primera vez en su vida, la hija del conde Von Drak no se sentía el centro de atención de su pequeño universo, y todas sus posesiones materiales y sus encantos le parecían superfluas y carentes de valor. Se estremeció de miedo y de placer cuando recordó la primera vez que había tenido esa extraña sensación; fue un par de semanas antes, pero Hellen lo recordaba como si sólo hiciera un par de minutos que hubiera sucedido.

“El extraño forastero se había presentado en el baile que su padre había organizado para festejar sus treinta años como sumo gobernante de sus tierras, baile en el que Hellen había sido adulada, como siempre, por todos los nobles solteros (y algunos que no lo eran) de la región, esperando que ella les concediera el favor de un bello cumplido o de una cómplice mirada. El recién llegado llevaba el pelo corto, era de estatura normal y aparentaba tener unos 28 años, vestía una armadura roja como la sangre, en la cual había grabado el relieve de un dragón dorado en posición de lucha, una capa negra como una noche sin estrellas le caía sobre los hombros y parecía flotar en el aire de un modo antinatural cuando el misterioso visitante se movía. Una espada con la empuñadura en forma de cabeza de dragón y un collar dorado con una gema negra en medio completaban la vestimenta del joven noble. Lo que más le extrañó a Hellen fue que, aunque el desconocido irradiaba nobleza y confianza en sí mismo a raudales, no se comportaba como el resto de nobles presuntuosos y arrogantes que había en la fiesta, buena prueba de ello, y según pudo saber por su doncella, era que lo primero que había hecho el forastero había sido disculparse ante los condes por haberse introducido en su celebración si haber sido invitado, aduciendo a que era extraño en esas tierras y que, encontrándose perdido, había visto de lejos el castillo, pensando que tal vez le podrían ofrecer hospitalidad por una noche, a lo que los condes respondieron que se sentían muy honrados detener a aquél visitante tan caballeroso en su morada y que por favor se uniera a su fiesta, invitación que el noble joven aceptó de muy buen grado.

Al cabo de unos minutos, los Condes le presentaron al enigmático forastero a Hellen, haciéndole saber que el nombre de su huésped era Rikhart Harkon, y que provenía de una lejana tierra llamada Silvania. El joven Harkon, según supo Hellen, se encontraba viajando con el objetivo de recuperar su más preciado tesoro que, según decía, sospechaba que le había sido arrebatado por un malvado noble de la zona, y dijo estar ya muy cerca del final de su búsqueda. Hellen no podía dejar de mirar esos ojos marrones que la traspasaban como un cuchillo cortaría la mantequilla caliente, una mirada mezcla de amor y de compulsión que se clavaba en su alma y se abría paso lenta pero inexorablemente hacia su corazón, haciendo que este último se pusiera a latir de miedo y de lujuria a part
es iguales como un caballo desbocado. Al momento, el noble Harkon le pidió un baile a Hellen, a lo que ella accedió encantada, cosa que no gustó al hijo de uno de los nobles, el cual, medio borracho, insinuó que el recién llegado le había insultado y que le desafiaba a un duelo por el favor de la joven condesa, a lo que Harkon respondió sin inmutarse que no era su intención pelearse en casa de unos anfitriones tan magníficos, pero que si el muchacho persistía en su actitud, debería corregir sus modales de una modo que dudaba fuera del agrado de los presentes y aún menos de aquél joven petimetre para, acto seguido, clavar sus ojos marrones y profundos en el ebrio noble. Se hizo el silencio en la sala, pero al cabo de unos pocos segundos, el impertinente joven abandonó la sala musitando algo referido a que se le había hecho tarde y debía regresar a su casa. La fiesta continuó y el conde agradeció a Harkon su correcto comportamiento, aunque le reconoció que no le hubiera importado que alguien le diera una lección a aquél estúpido que, según le dijo, siempre buscaba problemas en las celebraciones de la zona, pero que como era hijo de uno de los duques más poderosos de la región, no podían excluirle de invitarle a las fiestas que ofrecían, a lo que Rikhart enigmáticamente respondió, esbozando una profunda sonrisa y mirando al conde fijamente, que todo puede cambiar en este mundo y la venganza le llega tarde o temprano al que sabe esperar el momento propicio.

La noche trascurrió sin más incidentes y al amanecer, Rikhart Harkon se retiró a la habitación que los condes le habían cedido para que descansara. Hellen se ofreció a acompañarlo y por el camino fueron conversando. Ella le preguntó como era la tierra en dónde vivía, y él le describió con todo detalle montañas tan altas que la vista no alcanzaba a ver la cima y en las cumbres de la cuales siempre había nieve, bosques frondosos en los que la caza era abundante y gente agradable y trabajadora que honraban y respetaban a sus señores. Allí, según le dijo Rikhart, los nobles nunca peleaban entre ellos, es más, siempre se ayudaban en caso de necesidad o peligro. Ella estaba fascinada por él y, venciendo la timidez que le provocaba el noble joven, se atrevió a preguntarle si había alguna dama que ocupara su corazón. Harkon respondió que una vez hubo una, pero que de eso ya hacía mucho tiempo, dijo haberla querido más que a su propia vida, pero que un envidioso noble los atacó con sus hombres en una ocasión que se encontraban juntos, matándola a ella y dejándole a él tan malherido que estuvo a punto de morir, aunque finalmente se recuperó, pero que nunca volvió a saber nada de aquél infame. Hellen estaba totalmente sumergida en el relato que el joven le contaba que tardó en darse cuenta de que las últimas frases del mismo las habido pronunciado casi en un susurro y sin dejar de mirarla fijamente, a lo que ella decidió no preguntarle nada más y ambos se despidieron.

Al día siguiente, Hellen se despertó con ganas de volver a charlar con su invitado, pero cual fue su sorpresa cuando le dijeron que el mismo se había marchado antes de que despuntara el sol, aunque había dejado algo para ella, una nota con el sello lacrado de los Harkon en la que únicamente se leía “Hasta pronta, mi dama”, palabras a las que el cuerpo de la joven condesa reaccionó sintiendo un calor como el que nunca antes había sentido.

La mente de Hellen era un torbellino de confusión, apenas conocía a aquél extraño, pero dentro de ella crecía la intranquila sensación de que ya lo había visto en más de una ocasión, sin embargo, eso era imposible ya que la joven duquesa nunca había estado en Sylvania y el apuesto joven, según decía, era la primera vez que visitaba aquellas tierras, cosa que hizo que se retirara a sus aposentos cavilando sobre todo ese asunto.

Los sueños comenzaron esa misma noche....

Soñó que cabalgaba a lomos de una yegua blanca como la nieve sobre los verdes prados de unos parajes que no reconocía, y que un caballero algo mayor que ella al que no podía verle el rostro cabalgaba a su lado montando un enorme caballo de guerra negro como el azabache. Los dos se perseguían y reían hasta la extenuación, y parecían muy felices. El sueño cambió y se vio a ella misma bailando a la luz de las velas en un precioso salón decorado con tapices bordados en hilos de oro y plata que reproducían escenas de batallas pasadas, coronaciones de reyes de antaño e investiduras de nobles, y su pareja de baile era el misterioso joven, aunque su rostro quedaba oculto una vez más, y ella no podía verlo. Después del baile el joven la sacaba a pasear a un hermoso jardín, y allí li daba una anillo rojo con un dragón dorado engarzado e ,hincando una rodilla en tierra, le preguntaba algo que ella no alcanzaba a entender, pero lo que sí vio fue como ella misma rompía a llorar de felicidad, a la vez que le decía que sí al joven con la cabeza y los dos se fundían en un apasionado beso....”

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Mensaje  Swordmaster Dom Mayo 18, 2008 11:31 pm

Y he aquí la continuación:


Los sueños de Hellen habían continuado durante catorce noches más, sin que ella supiera nunca qué significaban ni le viera la cara a su interlocutor en los mismos, sin embargo, en el sueño de la noche anterior, el joven le había dicho que vendría a buscarla para que pudieran volver a estar juntos. Y ese era el motivo por el cual esa noche aún no estaba dormida....

Hellen se volvió para servirse otra copa de vino, pensando que tal vez era una tonta por preocuparse de ese modo de un joven que, aún habiéndole causado una honda impresión, seguramente no volvería a ver nunca más, se dio la vuelta de nuevo y....

Allí estaba.....

Hellen sintió un miedo como nunca antes había sentido en su vida, Rikhart Harkon estaba allí, en sus aposentos, vestido con las mismas ropas que hacía dos semanas atrás, y su expresión reflejaba la de alguien que ha perdido algo y al cabo de mucho tiempo, lo recupera...Con paso tranquilo, el joven se acercó a su cama sin dejar de observarla. Hellen apenas podía moverse, aunque la sensación de miedo se iba alejando para dejar paso a un sentimiento de atracción y de recuerdo hacia el extraño, como si ya en algún momento de su vida hubiera observado esa mirada, sentido aquella sensación de felicidad, abrazado aquellos hombros anchos y fuertes.... pero... no, no, aquello no era posible!!!!

El joven se sentó a los pies de su cama y la miró fijamente con sus ojos marrones en los cuales brillaba una tenue luz rojiza, se acercó a ella y....

Entonces entró el Conde Von Drak en la habitación de Hellen y se quedó estupefacto al contemplar la escena, la sorpresa de su rostro dio paso a una mirada furiosa mientras comenzaba a gritar que qué hacía el joven Harkon en la habitación de su hija a aquellas horas de la noche, y que tal insulto le costaría muy caro, a lo que Harkon, siempre cortés, aunque en aquélla ocasión sus palabras rezumaban una mezcla de sarcasmo y furia, le respondió que, si no le importaba al Conde, hiciera el favor de observarlo atentamente un rato, y no fugaz y despreocupadamente como hacía dos semanas. El Conde frunció el entrecejo intentando recordar, y Hellen vió con gran sorpresa como su padre, un hombre que jamás había temblado ante ningún enemigo y nunca había demostrado temor, cambiaba poco a poco su mirada de odio por otra que reflejaba un triple sentimiento de furia, sorpresa y miedo, aunque estaba bien claro que el último de estos sentimientos le ganaba la partida a los otros dos sobradamente. De los labios del Conde Von Drak solo salió una frase......

“Tú... no, tú no, no puede ser... no se puede volver!!!”

Con su habitual calma, Rikhart Harkon le dijo al Conde que, como parecía que ya se acordaba de quien era, le podía explicar a su hija de que le conocía, a lo que Von Drak se negó sin hablar pero moviendo la cabeza negativamente de manera furiosa. La mirada en sus ojos era ya de puro terror....

Entonces, Harkon empezó a contar una historia: Hacía mucho tiempo, él vivía en un pequeño ducado al sur de Bretonia. No era demasiado rico ni poderoso, ni vivía en un lujoso castillo, sino que tenía una mansión más bien pequeña, con apenas una veintena de sirvientes, pero poco le importaba; su brazo era fuerte, era un gran guerrero y un señor bueno, justo y generoso con sus vasallos y, por encima de todo, estaba prometido con la muchacha más bonita de toda la región. Desde que ella aceptó su anillo en el baile del duque de la comarca y le había dicho que sí, solo tenía ojos para su futura esposa. Pero la avaricia es un rasgo común en los hombres, y más si tienen todo lo que el dinero y la fuerza pueden conseguir, pero no el amor de la dama a la que aspiran. La feliz pareja fue emboscada por un envidioso Conde que, aunque era el más poderoso de la zona, siempre había sido rechazado por la amada de Harkon. Aunque Rikhart mató a muchos de los secuaces del Conde, al final fue herido de muerte en el pecho, inmovilizado, y obligado a ver como el Conde abusaba de su prometida, y, después de él, el infame hijo del conde reclamaba su parte, y finalmente todos los soldados que no habían caído ante la espada de Rikhart, que eran bien pocos. Cuando el último hubo finalizado, el conde se adelantó para mostrarle a Harkon que su voluntad siempre se cumplía y se preparó para acabar con la vida de su prometida, la cual, mancillada tanto física como mentalmente, sollozaba de manera incontenible, pero en el último momento, un destello de maldad cruzó la faz del Conde, y le cedió el cuchillo a su nieto de apenas 10 años, diciéndole que le dejaba el honor de mandar a la fulana al otro mundo, el muchacho no se lo pensó dos veces y le cortó el cuello a la muchacha, mientras el grito de rabia y dolor de Harkon resonaba en todo el bosque. Con su último aliento, Harkon le gritó al Conde que algún se cobraría venganza, ya fuera con él, o con su familia, a lo que el Conde respondió que le gustaría verlo y, entre risotadas, el conde y sus secuaces se retiraron, dejando al Rikhart para que muriera al lado de la que había sido su prometida. Al día siguiente, el conde, por pura curiosidad y diversión, mandó a dos de sus soldados a ver si los buitres o los lobos habían acabado con los cuerpos de los dos amantes y se extrañó mucho cuando le informaron de que no había ni rastro de los cadáveres. Aún así, el conde no le dio importancia, tal vez alguna oscura bestia mutada los había devorado en su totalidad, o habían sido cogidos por algún ladrón de cuerpos, y nunca más se supo de Rikhart Harkon y su prometida....

“Hasta hoy...” concluyó el joven noble.

El Conde Von Drak había ido retrocediendo hasta la pared a cada palabra del relato de Harkon, y su cara se había puesto blanca como la cera, un sudor frío le corría el cuerpo y manos y piernas le temblaban sin parar. Entonces Hellen chilló:

“Es imposible que mi padre hiciera lo que has dicho, solo tienes unos cinco o seis años más que yo, y nunca en mi vida he oído que viviera alguien llamado Harkon por aquí!!!”

El joven ni se inmutó, miró a Hellen y luego al Conde un momento, para luego pedirle a este último que le contara a su hija el porqué sí podía ser verdad el relato de lo que acababan de oír. El Conde, medio sollozando de terror, miró a su hija con los ojos casi fuera de las órbitas y balbuceó:

“Hellen, hija mía, yo no era el Conde de estas tierras cuando eso ocurrió, yo era el nieto del Conde!!! Este.... este ser que tenemos delante no ha cambiado de aspecto en más de 40 años!!!! es imposible!!!!”

“Imposible? Preguntó Rikhart, “Vamos viejo Conde, que no me ves aquí delante a los pies de la alcoba de tu hija? Acaso crees que no soy real?” Susurró el joven con la voz cargada de odio. Y acto seguido comenzó a contar qué había ocurrido después de que los abandonaran a él y a su prometida en medio del bosque. Como había podido se había arrastrado hasta el cuerpo de su amada, ya que al menos quería morir a su lado, llegó a su lado e intentó abrazarla para besarla por última vez. Al hacerlo, no le importó que la sangre de ella entrara en su boca... es más, la tragó con fuerza y avidez, pensando que al menos así, parte de ella quedaría en él, y sin embargo.....

Su cuerpo se negó a morir, todo lo contrario, sentía como el dolor desparecía de su cuerpo, las heridas se le cerraban y recobraba poco a poco las fuerzas. Entonces, una voz dentro de su cabeza habló:

“toma mi fuerza mi amor, y vénganos de los que nos han hecho esto, hazles sufrir como nos han hecho sufrir ellos, y a sus hijos, y a los hijos de estos....”

Entonces el joven cayó en un profundo sueño, el cual estaba poblado de pesadillas en las que veía sangrientas batallas, ejecuciones atroces y una serie de aristócratas, tanto hombres como mujeres, que bebían un rojo líquido en copas de fino cristal o que se abalanzaban sobre gentes indefensas para seccionarles el cuello y absorberles la vida.

Cuando despertó sus heridas estaban curadas, pero la luz del atardecer quemaba su piel como si fuera el fuego del mismísimo infierno, se refugió en una cueva y esperó la llegada de la noche. Se sentía fuerte, poderoso a más no poder y lleno de una confianza que nunca había tenido. Alzó la mirada y contempló la luna llena con su nueva mirada de inmortal.

Cuando Harkon hubo acabado su relato se hizo un silencio sepulcral en la habitación. Parecía que el Conde se había recuperado un poco de la impresión y ahora miraba al joven con unos ojos que denotaban algo más de seguridad, aunque no mucha....” Y porqué has esperado tanto tiempo para regresar, maldito monstruo?” preguntó, desenvainando su espada. Rikhart le miró como si ya se estuviera cansando de toda esa conversación y con calma le dijo “Es el tiempo que he tardado en encontrar y dar muerte a todos y cada uno de los que te acompañaban ese día... ahora, solo faltas tú....”, y también desenvainó su espada.

Las hojas desnudas de las dos armas brillaron a la luz de las llamas de la chimenea de la habitación y los dos guerreros se lanzaron el uno contra el otro, uno combatía por su vida, el otro, para satisfacer una larga venganza que esa noche podía llegar a su fin. Hellen cerró los ojos, incapaz tanto de mirar la pelea como de aceptar su resultado. Al cabo de pocos minutos, oyó un grito de dolor, seguido de un cuerpo que caía al suelo. Pasados algunos segundos que le parecieron años, se atrevió a abrir los ojos....

Su padre yacía en el suelo, con la mano derecha cercenada a la altura de la muñeca, rabiando de dolor mientras con la izquierda trataba de contener la sangre que le manaba a borbotones del tajo que le había propinado el no muerto. El vampiro le puso la espada al cuello y, cuando todo parecía indicara que iba a asestar el golpe final, la bajó....

“ Mi venganza está completa, Conde.... no te mataré, prefiero que vivas lo que te queda de tu sucia vida sabiendo que tu hija será mía para toda la eternidad, tú me quitaste lo que más amaba en este mundo, ahora yo te quitaré lo que tú más amas .... ya te dije que la venganza siempre le llega al que sabe esperar.....”

El Vampiro se acercó a Hellen y ella sintió que todo su ser deseaba estar con él para siempre. El amor que toda su vida había esperado, ahora la reclamaba y ella no iba a negarse, él la agarró suavemente y acercó su cuello a sus labios rojos como la sangre, pero en el último momento la apartó delicadamente, mirándola con una tristeza infinita, al tiempo que sus ojos se enrojecían y susurraba “no...., no puedo hacerlo, no te condenaré a ti también!!!” Hellen se lanzó a sus brazos, suplicándole que no la dejara, que la llevara con él, que la hiciera su dama para siempre, pero el no muerto había tomado su decisión.

Entonces la guardia del Conde irrumpió en la habitación con las armas desenvainadas, pero al ver a lo que se tenían que enfrentar, todos retrocedieron con cara de terror. El Conde hacía rato que había muerto desangrado y sus hombres no sabían que debían hacer. El vampiro los miró, y de pronto se sintió muy cansado, había recorrido los confines de la tierra durante décadas buscando la venganza que anhelaba su ya muerto corazón, había dado muerte a todos los que en su día tomaron parte en el traicionero acto que les costó la felicidad a él y a su prometida... y ahora sólo deseaba descansar, sólo esperaba la paz que les llega a los mortales después de haber vivido sus cortas vidas, tirando su espada al suelo, les dijo a los guardias “Vamos, terminad de una vez....”. Los guardias se arrojaron sobre él a la vez que Hellen chillaba de dolor. En unos segundos, una docena de espadas se hundieron en la muerta carne de Rikahrt Harkon, el cual no hizo nada para defenderse, hasta que la estaca de un sacerdote atravesó su corazón y las tinieblas eternas le llegaron por fin al no muerto.


Pasaron los años, y Hellen, que a la muerte de su padre se convirtió en la nueva Condesa Von Drak, gobernó a sus gentes con bondad y justicia. Aunque nunca le faltaron pretendientes que la cortejaran, no llegó a contraer matrimonio, y vistió el resto de su vida de color negro. Ordenó que sus padres fueran enterrados juntos en el cementerio familiar, y pasó el resto de sus días visitando sus tumbas. Pero se rumoreaba que también visitaba la tumba de un extraño que había muerto en esas tierras y al que nadie conocía. Cuando Hellen murió, dejó escrito en su testamento que sus tierras fueran entregadas y repartidas entre sus sirvientes, con lo que el linaje de los Von Drak se perdió para siempre. Dejó también un último encargo a sus siervos, pidió que la enterraran junto a una vieja tumba que había en un bosque cercano en vez de en el panteón en el que descansaba el resto de la extinguida familia. Con el paso del tiempo, las gentes el lugar olvidaron que una vez habían tenido unos amos apellidados Von Drak, olvidaron a Hellen y al misterioso extraño que cambió su vida en una noche, y su historia pasó a ser una más de las leyendas de aquellas tierras.

Pero aún hoy, si alguien se aventura en lo profundo del bosque, y aparta las hierbas que los años han acumulado bajo uno de los gigantescos robles que moran en el centro del mismo, puede ver dos antiguas y polvorientas tumbas, en las cuales sólo figuran dos nombres y una misma frase en cada una de ellas:

“HASTA LA NOCHE EN QUE RENAZCAMOS....”

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Escritos y cuentos Empty Re: Escritos y cuentos

Mensaje  W0lf Lun Mayo 19, 2008 12:20 am

Fuera soplaba el viento, con una furia inclemente, arrastrando copos de nieve y un frío que calaba hasta los huesos, la pequeña casa en la que vivian Lion, su hermana pequeña Alice y su madre, apenas les protegia de la ventisca, la humedad se filtraba por las paredes de madera, y las ratas deboraban el poco grano que tenian.

Su madre habia contraido una enfermedad que la mantenia postrada en la cama con unas fiebres que diríase que el propio infierno estaba dentro de ella, sus pulmones, llenos de flemas, apenas podían respirar y apenas reconocia a sus propios hijos.

Lion intentó cubrir mejor el cuerpo de su amada madre con la pequeña manta de lana, que era apenas unos jirones debido a los mordiscos de los roedores, con un paño humedo cubrio la frente de su madre y la miró, con una expresion mezcla de amor y temor.

La vida no habia tratado bien a Lion, su padre marcho hacia tres años, cuando él contaba tan sólo 12 años, reclutado por el señor de aquellas tierras, para ir a combatir al frente en las guerras contra los herejes del sur de francia, dejando a su esposa, a su hijo, y a la pequeña recien nacida, solos.

El padre nunca regresó, pero si lo hizo una comitiva del señor de Monfort, declarando que Arnou fue ajusticiado como hereje al unirse al bando de Trencavel, quemaron gran parte de sus pastos y mataron a los pocos animales que tenian, asimismo les subieron los impuestos y la familia de Lion se sumió en la pobreza más absoluta.

Lion miró a su hermana, la pequeña tenia el rostro demacrado por el hambre y la suciedad, sus grandes ojos azules se perdian en los rincones, mirando los roedores que cada dia aumentaban en numero.

Su madre lanzó un gemido y acto seguido tosió, la sangre manchó la manta y el paño cayo al suelo, Alice se sobresaltó, las lagrimas corrieron por su rostro demacrado, creando surcos entre la mugre que cubria su piel, Lion intentó limpiar la sangre lo mejor que pudo y tiró el trapo a un rincon, donde las ratas pronto darian cuenta de el, intentó hacer unas gachas con unos ajos secos y un puñado de harina, era todo de lo que disponia, y le sirvió a su hermana un cuenco, para intentar aliviar su hambre.

Estaba desesperado, cada día rezaba por su madre y su hermana, pidiendole ayuda a un Dios que parecia desoir sus plegarias y hacer caso omiso de sus hijos en la tierra.


La mañana siguiente, el viento amainó y Lion decidió probar suerte e intentar cazar algún conejo, cojió unos viejos enseres de su padre y dió un beso a su hermana que dormia en un jergon de paja y a su madre, la pequeña se movió en sueños y pronunció su nombre, tras lo cual Lion salió de la casa dispuesto a llevarle una pieza con la que poder alimentarla.

La nieve cubria la tierra y los arboles doblaban las ramas bajo el peso de esta, a Lion le daba una sensacion de paz sentir el frio aire en el rostro y el silencio que se adueñaba del lugar, se cubrió con la vieja capa de piel de oso que confeccionó su padre cuando el nació, en otros tiempos, que ahora parecian lejanos, respiro hondo y comenzó su deambular en busca de algo que poder cazar.

No podria decir cuanto tiempo vagó por los bosques, pero cuando ya parecia perder toda esperanza, atisbo unas pequeñas huellas en la nieve y se dispuso a seguirlas, con una flecha preparada en el arco que una vez fuera de su padre.

Atardecia cuando volvió a su hogar con tres conejos jovenes, pensando en un tiempo feliz, en el que su madre no estuviese enferma, y su hermana pudiese sonreir con sus rizos brillando bajo el sol primaveral, cuan feliz seria Lion si pudiese abrazarse a su madre y a la pequeña Alice, sin los problemas que arrastraba su familia desde la muerte de su padre, sabiendo que, dondequiera que estuviese, su padre podia sentirse orgulloso de su hijo.

Entró en la casa y vio a su hermana sentada en la única silla que tenian en la casa, su madre dormia, contempló su rostro y en él vió paz, parecia que la enfermedad que la aquejaba, le daba un momento de descanso, destripó los conejos y los puso a hervir con unos puñados de nieve, y una ramita de romero para darle un poco de aroma, sonrió cuando Alice se acercó al fuego atraida por el olor de la planta, que parecia aliviar el pesar de sus jovenes corazones.

Despues de la comida que les pareció un manjar, se permitió dormir un poco, con la sensacion de tener el trabajo bien hecho.

Al rato abrió los ojos, sobresaltado por una pesadilla, en la que cientos de personas ardian en una hogera en un prado manchado de sangre, en el sueño veía a su padre, consumido por las llamas, y podia sentir el lamento de la tierra al perderse cientos de vidas, cuyo pecado fue, ser buena gente..

A la luz de la luna se acercó a su madre, le tocó la frente y la notó fria, la piel estaba rígida y las manos contraidas por la muerte, que al fin, acabó con su sufrimiento.

Lion se quedó rigido, las lagrimas brotando de sus cansados ojos, al saber que habia perdido al ser más querido que jamás hallaría en vida, se arrodilló al lado de la cama mirando aquél rostro amado, que jamas volveria a abrir los ojos, supo entonces que núnca más volveria a abrazarle, jamas le volveria a cantar con aquella voz angelical, nunca mas le sonreiria cuando le trajese flores, ni se adornaria su largo cabello castaño con ellas, ni reiria con sus hijos, unos hijos por los que ella luchó, cada día de su vida fueron para ellos.

El amanecer le encontro dormido, abrazado al cadaver frío de su madre, perdida toda esperanza, toda ilusión, se habia dormido de cansancio, deseando que al despertar nada de eso fuese real, que todo hubiese sido un mal sueño, tenia la esperanza de que al despertar escuchar a su madre mandandole cortar leña y calentar agua para el baño, y si no era así, pregó por no despertar jamas, y poder perderse en los valles de sus sueños, con una familia feliz y sin preocupaciones, pero no seria asi.

Al abrir los ojos encontróse a la pequeña Alice al otro lado de la cama, mirando a su madre, sin ninguna expresion en su rostro, perdida la niñez antes de tiempo, miró a su hermano con los ojos rojizos por las lágrimas.

Lion se preparó para enterrar a su madre...

Al acabar entró en aquella casa en la que sólo eran felices las ratas y se envolvió con unos jirones las manos sangrantes fruto de la tarea de enterrar a su madre, ya no le quedaban más lágrimas para derramar, y se sentia muy cansado, abrazo a Alice, sintiendose más sólo que núnca, se sumieron ambos en un sueño intranquilo.


Escucharon el ruido de caballos al dia siguiente, seis hombres venian con la bandera del rey a cobrar los diezmos por la posesion de la miserable tierra en la que se aposentaba su hogar, al no poder pagar los altos tributos que se le pedian, sol hombres prendieron fuego a la casay ordenaron al chico que se marchase de ahi con la niña y lo poco que habia podido salvar, poco o nada les importó la situación en la que se encontraban, y menos el hecho de que pudiesen morir congelados en los bosques, o deborados por algún animal salvaje. Lion escuchó sus risas mientras disparaban alguna flecha a los niños azuzandoles a huir, internandose en los bosques de la región, para dejarles morir.

Intentó hacer un fuego con el pedernal, pero la madera estaba humeda y no prendía, cubrió a su hermana con la manta que habia cubierto a su madre en su lecho de muerte, y pasaron la noche temblando de frío, de pena, y de miedo por si algún animal salvaje les daba caza, decidió que salvaria la vida de Alice, aún a costa de la suya propia, no queria que su hermana muriese en aquel lugar, y no dejaria que ello pasase, la llevaria a alguna aldea o ciudad, donde podria vivir

Fué una noche muy fría, la mas fria que se recordaba en cinco años.

Marie salió de la casa para recibir a su marido, como cada atardecer habia hecho en 10 años de casados, le vió llegar junto a su hijo, ambos a caballo, cuando vió sobresaltada que su marido llevaba un bulto entre los brazos y su hijo, lo que parecia un cuerpo sin vida en la grupa de su caballo.

El hombre habia partido de caza con su hijo y en el bosque encontró a un niño abrazando a una pequeña de unos tres años, la habia envuelto en una manta raida y en una capa de piel de oso, para mantenerla caliente, a costa de morir conjelado, pudo mantener la vida de la niña, aunque esta tiritaba cuando Marie la entró en el hogar para darle calor y un poco de sopa de pollo para que la pequeña entrase en calor.

Su marido le relató como la encontró y miraron el cuerpo del niño, que sólo tendria un par de años menos que su hijo, su rostro frío, transmitia paz...

Enterraron su cuerpo a unos diez kilometros de donde descansaba su madre, pero eso la familia no lo sabia.

Ahora, tenian una pequeña, una niña bellisima, que al cabo del tiempo volvió a sonreir y la piedad del tiempo borró de su mente esos años tan duros, borró el recuerdo de su casa, el de su madre enferma y el de un hermano que dió su vida para salvar la de ella.
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Escritos y cuentos Empty Re: Escritos y cuentos

Mensaje  Swordmaster Lun Mayo 19, 2008 12:26 am

“LA REINA Y EL DRAGÓN”


El entrechocar de las armas se confundía con los gritos de dolor y agonía de los dos ejércitos que se desangraban el uno al otro sobre las colinas de Kilmarnock.

Duncan McDermott, jefe del clan del mismo nombre, alzó la mirada del cuerpo inerte del que hasta hacía unos segundos había sido su oponente, a la vez que le desclavaba su espada Claymore. El clan Fraser había sido enemigo de los McDermott desde hacía décadas, aunque esa batalla era totalmente distinta de las anteriores. La violencia y el odio que impulsaban a sus enemigos eran infernales. Al frente del ejército del cal rival, se encontraban cuatro jinetes ataviados con armaduras de color rojo y capas negras sobre los hombros, los cuales reían como locos cuando cortaban una cabeza, empalaban a un enemigo o cercenaban extremidades.

Un rápido vistazo a su derecha le indicó que su primo Alexander aún seguía vivo, aunque sangraba de manera abundante por la sien. Duncan le llamó a gritos para que se reunieran y siguieran peleando y, hombro con hombro, fueron al encuentro de los líderes de los Fraser. Una flecha lanzada de lejos derribó al guerrero que avanzaba al lado de los dos primos, a la vez que dos de los cuatro jinetes oscuros descabalgaban e invitaban a los dos McDermott a enfrentarse a ellos en combate singular. Las espadas centellearon en el aire y los cuatro contendientes se enzarzaron en una lucha a vida o muerte sobre las verdes colinas escocesas.

A muchos Kilómetros de allí, Morg, El Milenario, abrió lentamente uno de sus grandes ojos de serpiente. Había dormido profundamente durante casi cien años y ahora, turbado de su profundo sueño, una sensación familiar se abría paso en su interior. Alzó su enorme cabeza a la vez que desplegaba sus grandes alas, para liego bajarla y contemplar los innumerables tesoros y riquezas que había acumulado a lo largo de los siglos. Años y años de saqueos y matanzas para acabar durmiendo.... Había llegado el momento de recuperar su poder, de volver ha inspirar el terror en los corazones de los hombres. Morg miró al techo de su oscura y polvorienta caverna y profirió un escalofriante rugido que retumbó entre las montañas.

El Clan McDermott volvía a casa después de haber vencido en las colinas de Kilmarnock, pero había sido una victoria amarga. Casi la mitad del ejército había encontrado la muerte en el campo de batalla y el primo de Duncan, Alexander, había muerto a consecuencia de las heridas sufridas. Los supervivientes sólo deseaban llegar a sus hogares y encontrarse con sus familias para disfrutar al fin de una paz duradera. Tan ensimismado estaba Duncan con sus pensamientos que no notó el olor a quemado hasta que el mismo ofendió de manera seria su olfato. Alzó los ojos y el alma se le cayó a los pies cuando contempló su feudo arrasado y calcinado hasta los cimientos, y a la mayoría de su gente abrasada y hecha pedazos. Sus hombres rompieron la formación y se dispersaron de manera tumultuaria, llamando a gritos a sus parientes y amigos, pero la mirada de Duncan se posó en la entrada de la quemada iglesia, en dónde una solitaria figura se encontraba sentada en la base de la escalinata. La figura era la de Connor McDermott, su abuelo, que ya rondaba los 95 años de edad, y cuándo le preguntó que había pasado, el anciano sólo contesto con una frase: “Morg ha vuelto...” . Duncan le miró, entre asombrado y preocupado y le preguntó qué o quién era ese ser capaz de causar tanta destrucción, y su abuelo pasóa contarle una historia:

“Hace ya más años de los que puedo recordar, Morg, el gran gusano, el Dragón Rojo más grande, viejo y malvado que haya existido en Escocia, vino y sembró la muerte y el terror en el valle de Speyside. Nunca supimos porqué vino, si para robar o asesinar...., pero vino y lo arrasó todo, llevándose nuestras riquezas y matando a nuestra gente. Tu bisabuelo, mi padre, murió enfrentándose a él, y se rumorea que su espada sigue clavada en el pecho de la bestia, a apenas medio metro de su negro corazón. Yo era muy pequeño entonces, y creí que iba a morir, pero el malvado y horrible ser me miró fijamente, y me dijo que me dejaría vivir para recordarle, para que contara su historia a los míos, porqué tarde o temprano volvería aquí a causar la desolación en nuestra tierra....”

Duncan le preguntó a Connor cómo podía un mero humano acabar con semejante monstruo, y el anciano continuó con su relato: “Dice la leyenda que Morg solo puede ser destruido de una forma: Atravesándole el corazón con un arma bendecida empuñada por un guerrero noble y justo. Así que ya sabes cuál es tu cometido, joven Duncan McDermott.....”

El líder de los McDermott le dio las gracias a su abuelo y se preparó para ir en busca del gran Dragón. Cuando estaba a punto de partir, Jeremy McCoist, uno de sus mejores hombres, se le acercó y le dijo con ojos de profunda tristeza: “Mi Señor, el Dragón se ha llevado a mi hija Serine, y le han visto volar hacia las antiguas ruinas de la Torre de los Cuervos, por favor... salvadla....”

La mente de Duncan se vio asaltada por los recuerdos de su niñez. Serine, una de las chicas más preciosas del clan McDermott, de la que se hallaba secretamente enamorado desde que ella, siendo niños, le había dado un beso a orillas del lago Fyrd, y le había prometido que algún día sería suya. Su pelo negro y su piel suave, combinadas con su gusto de caminar entre la nieve y las ventiscas en invierno ataviada con una piel de lobo sobre los hombros mientras el resto del pueblo permanecía guarecido en sus casa, le valieron el apodo cariñoso de “La Reina del Hielo” para sus semejantes. Duncan juró que acabaría con la terrible bestia o que sus ojos nunca volverían a ver las orillas del lago Fyrd ni las verdes colinas de Speyside y, montando en su corcel, cabalgó con furia y resolución hacia las ruinas de la Torre de los Cuervos...

Serine despertó en una oscura pero cálida habitación, rodeada de tesoros de un valor incalculable. Se incorporó en la cama, y al instante se vio asaltada por un miedo turbador. Una bestia enorme había atacado el pueblo y ella se había desmayado de miedo cuando el horrible ser se había lanzado a por ella desde los cielos. Echó una mirada alrededor suyo, y de pronto vio dos puntos rojos en la oscuridad y notó un cálido aliento en torno al lecho que ocupaba, sus ojos se abrieron desmesuradamente cuando el dragón de 5 metros de alto apareció ante ella saliendo de la penumbra, y le dijo con voz profunda y malévola: “Humana, deberías sentirte afortunada... pocos de tu especie viven lo suficiente tiempo aquí para ser conscientes del gran honor que les doy de ser mi cena....”. La chica estaba aterrorizada mirando a la gran bestia que se encumbraba encima de ella, pero aún así, se atrevió a preguntar “Que quieres de mí... yo no te he hecho nada....”. Y el dragón respondió: “Aún no humana, pero gracias a tí, esta noche seré inmortal.... Supongo que ignoras todo lo que se cuenta sobre nosotros... te contaré, se dice que, si un dragón anciano como yo, bebe la sangre de una joven humana a la sombra de esta torre durante la luna llena, conseguirá un poder como el que nunca se ha visto en este mundo. Y no dudes que haré todo lo que sea necesario para conseguirlo....”, y dicho esto empezó a reír de manera estridente y malévola....

Duncan McDermott cabalgó toda la noche en dirección a la torre Sangrienta. La idea de enfrentarse a tan terrible bestia le atenazaba el corazón, infundiéndole un profundo temor, pero sabía que, si no era él quien asumía ese cometido, nadie lo haría, y no podía olvidar el rostro de Serine, debía salvarla....

En las ruinas de la Torre Sangrienta, Morg se mostraba inquieto, la hora para el sacrificio de la doncella se acercaba, y sin embrago, algo no iba bien, su anciana mente le avisaba que se acercaba alguien, alguien que descendía de un viejo enemigo suyo, de un guerrero que, una vez, estuvo a punto de acabar con él para siempre. Podía intuir que el valor y la resolución guiaban al caballero que se aproximaba, aunque también el miedo y la duda se hallaban en él. El Dragón sonrió, engañar al humano no debería ser tarea difícil. No era la primera vez que ser humano se rendía a su poder, y muchos que creían que podía acabar con él, habían caído de rodillas ante su presencia, convertidos en meros idiotas balbuceantes. Desplegó sus grandes alas y se dispuso a preparar la trampa para el caballero.

Duncan llegó al pie de la Torre Sangrienta con la llegada del alba, detuvo a su caballo, y contempló el antiguo edificio. Antaño había sido la morada de un mago oscuro que se rumoreaba que podía resucitar a los muertos y los horrores que habían ocurrido dentro de sus muros eran bien conocidos en todas las Tierras Altas de Escocia. No le sorprendía que el Dragón hubiese buscado refugio en ese antiguo nido de maldad. Hizo aproximarse a su caballo y....

Entones, el dragón Rojo apareció ante él con sus alas membranosas desplegadas en toda su longitud, en postura de lucha, y lanzando un chorro de llamas al alba naciente. El caballero puso de manos a su montura y desenvainó su espada Claymore. El dragón lo contempló con su fija y feroz mirada unos instantes que parecieron siglos, sonrió, y le habló con voz profunda y suave:

“Qué te trae por aquí, humano?” Le dijo entre aterrador y divertido. “Tú, Bestia, me has arrebatado a mi gente, las riquezas de mi pueblo y, por encima de todo, a lo que más quiero en este mundo... y hoy lo recuperaré o moriré en el intento....”

“Vamos, vamos....” dijo el Dragón, “No tenemos porqué pelear...¿Quieres a la doncella? Llévatela... no la quiero para nada.... ¿Quieres riquezas? Puedo convertirte en el jefe de Clan más rico de Escocia..., tendrás todo lo que quieras..., poder, tesoros, mujeres, fama, gloria... sólo te pido una cosa a cambio, que te arrodilles ante mí, me reconozcas como tu amo y señor y me jures obediencia ciega... sé mi siervo, mi mano ejecutora.... y no te arrepentirás mientras vivas...”

Duncan bajó un poco su espada..., la oferta del Dragón era tan tentadora!!!! Poder sacar a su gente de la penurias de las épocas de malas cosechas, convertir al Clan McDermott en el más rico de Escocia, llegar a ser el jefe más grande que nunca hubiese existido... y quizás, algún día, llegar a ser... Rey.... y sólo debía humillarse ante el dragón y jurarle fidelidad. El caballero bajó un poco más su arma y su cuerpo se relajó y bajó la vista... pero entonces su mirada se posó en las tres palabras que estaban gravadas en la empuñadura de su espada, tres palabras que hizo grabar su padre en ella el día que se la entregó, hacía ya mucho tiempo... “Deber y Honor”. Tres palabras que le habían guiado todo su vida. Deber..., deber para con su gente, su pueblo, para ser valiente y bueno con los demás, para luchar por lo que creía su corazón. Honor, honor es lo que nos hace libres, honrados, justos y respetados....

La expresión de su rostro cambió y alzó la mirada hacia el dragón..., alzó la mirada hacia el dragón y vio en él el miedo, vio el mal, vio la vergüenza, la humillación y la cobardía, vio la antítesis de lo que había sido su meta durante toda su vida. Levantó de nuevo su espada y miró de nuevo al dragón con odio, ahora ya no habían ni miedo ni duda, ahora sabía lo que debía hacer, ahora sabía la verdad....

“Deber y Honor”....

Duncan elevó una plegaria al cielo a la vez que lanzaba un gran grito de guerra y cargaba contra la bestia. Morg, pillado por sorpresa, pues ya creía haber engañado al caballero, apenas pudo alzar una de sus garras para parar la espada, pero la hoja del arma, bien afilada y bendecida por el sacerdote de su Clan, cortó la carne del monstruo como un cuchillo la mantequilla. Morg aulló de dolor, medio alzó el vuelo para ponerse fuera del alcance de la terrible espada y soltó un chorro de llamas sobre Duncan, que alzó su escudo para pararlo. El fuego no le llegó a alcanzar, pero su escudo se puso al rojo vivo y lo arrojó lejos con un gruñido de dolor. El dragón atacó al caballero con la garra que le quedaba, abriéndole un profundo tajo en el hombro, ala vez que la espada volvía a golpear, cortando la membrana de una de sus alas, impidiendo así que volviera a alzar el vuelo. El combate prosiguió durante una larga media hora. El caballero era más débil que la bestia, pero también más ágil y rápido y, sus cortes, aunque le hacía poco daño al dragón, lo debilitaban poco a poco. Pocas veces eran las que la garra o la cola de Morg le impactaban, pero cuando lo hacían, le abollaban la armadura y le hacían rabiar de dolor....

De pronto, el dragón atacó mordiéndole con fuerza en el cuerpo, y sus colmillos, largos y afilados, acabaron por atravesar la hombrera izquierda de la armadura de Duncan. La bestia lo alzó del suelo y lo lanzó a lo lejos, perdiendo su espada y chocando contra el duro suelo. El monstruo se acercó lentamente hacia el cuerpo inerte del guerrero que rabiando de dolor, trataba de ponerse en pie.... “Ahora vas a entender el auténtico significado del dolor” Dijo el Dragón, y abrió los enormes fauces para partir a Duncan por la mitad. El caballero cerró los ojos esperando el golpe definitivo... y sin embargo....

El dragón empezó a aullar de dolor mientras se revolvía derecha e izquierda como si tratara de sacarse algo de encima, con los ojos media abiertos el caballero vio como Serine caía al suelo, mientras la espada que había perdido él estaba enterrada hasta la empuñadura en la espalda de Morg, ella la había cogido y se la había clavado cuando este le daba la espalda!!!! El dragón giró su enorme cabeza loco por el dolor y con la garra que aún le quedaba aferró con fuerza a la muchacha “Se acabó jugar, malditos, humanos, me comeré a la doncella y seré inmortal!!!!” Chilló. Y abriendo su enorme boca, se dispuso a tragarse a Serine.

Entonces Duncan vio que el dragón, al abrir la boca, había descubierto su pecho y, efectivamente, en el mismo se hallaba, aún clavada en él, la espada de su bisabuelo, si solo pudiera levantarse... El caballero, reuniendo sus últimas fuerzas,sle levantó y se lanzó contra el pecho del Dragón, empujando con todo su cuerpo la espada que, por fin, y después de muchos años, encontró su objetivo. Los ojos de Morg se abrieron de par en par, a la vez que dejaba caer a Serine al suelo, dio algunos traspiés y su cabeza quedó mirando la empuñadura de la espada que quedaba enterrada en su pecho, volvió a intentar avanzar, a intentar alzar el vuelo como había hecho durante siglos, pero su cuerpo ya no le respondía, cayó sobre sus patas traseras, alzó su garra al cielo y, con un profundo gorgoteo, murió....

Serine corrió a abrazar a Duncan, y le ayudó a levantarse. Ambos se miraron a los ojos por unos instantes y se fundieron en un apasionado beso, para luego montar en la montura del caballero y emprender el regreso a casa....

Los años pasaron, y el clan de los McDermott prosperó bajo el liderazgo de Duncan, que vio su sueño de casarse con Serine cumplido, y cuando ambos dejaron este mundo, sus hijos siguieron guiando a sus gentes por la senda del bien, el valor y la justicia, y aún hoy en día, cuando esos tiempos han quedado atrás y los hombres han cambiado, las palabras “Deber y Honor” siguen teniendo un significado para las gentes de Speyside.

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Mensaje  LisBushi Lun Mayo 19, 2008 4:24 pm

He creado un subforo para que podáis poner vuestros relatos. En vez de dejarlos todos mezclados, que me es un lío, crear temas por relato, así será más fácil para los lectores Smile
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Mensaje  W0lf Lun Mayo 19, 2008 11:09 pm

okis, copialos alli, no??
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Escritos y cuentos Empty Re: Escritos y cuentos

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